lunes, 7 de noviembre de 2016

Microrrelatos de Halloween en 2ºA






    La historia para no abrir la puerta


Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, debido a que era una mujer con muchas responsabilidades (tanto en su trabajo como en su casa). Pero aquel día sería muy diferente al resto de los demás; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto a pocas manzanas del hogar de la familia. Esto provocó la incertidumbre de María que al irse al trabajo tenía que dejar a su hijo solo en casa. María para prevenir desgracias cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo: “No abras ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo llamaré tres veces seguidas al timbre o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo”.
Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente.
Al cabo de un rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llamaron a la puerta.
POM...POM...
El chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo: “¿Eres tú mamá?”
La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía:
“ÁBREME LA PUERTA”
El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido.
Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto.
Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y se encontró a su madre con las piernas cortadas (por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada (por lo que no le pudo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada.
Desde ese día este chico tuvo que estar hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas...
Y si os preguntáis por qué lo sé, es porque, simplemente, yo soy ese niño.
Moraleja: Ten cuidado con todas las puertas que te encuentras por el camino. Algún día te puede suceder lo de este relato. Muy curioso y escalofriante.


                                               (María del Carmen Núñez)

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