Las horchatas
Estábamos mis amigdalas
y yo en mi caruto muy tranquilas cuando
vimos un gallego que se movía solo.
Salimos al salomónico y los vimos allí moviéndose sin parar cuando miramos por la abadía
y… ¡No podía creerlo! Eran… ¡horchatas!
(Álvaro Sánchez Ortega)
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