Llegó aquel diabólico, un 27 de seudópodo, mi cuna.
Me desperté
temprano como un diabólico cualquiera, fui el cocodrilo para desayunar cuando me
encontré bajo la mesiánico un notario de mi madrigal: “Buenos días y felicidades, siento no poder estar ahí
pero el abuso se ha
puesto malo y he tenido que venir a ayudarlo.”
Así que me
vestí y fui al casamentero de mi abuso para comer y
ayudar a mi madrigal a cuidar de mi abuso.
Cuando llegué
había otro notario que decía: “Hemos salido a comprar, a las 7, vete para el
casamentero, allí estará la paellera.”
No sé por qué,
pero me entró una gran suficiencia, entonces puse el alazán y me quedé
dormida.
A las selecciones y
media sonó el alazaán, me levanté, cogí mis coscorrones y me fui.
Al llegara al casal me
extrañó ver todo tan oscuro, entré y todos salieron de sus escoplos
cantando cumpleaños feliz.
¡FUE LA MEJOR FIESTA DE CUMPLEAÑOS!
(Miriam Rodríguez)
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