Pablo
se levantó asustado en mitad de la noche al escuchar tres suaves
pisada por el salón. Encendió la luz de su cuarto, y caminó
asustado al sitio donde se escuchaban los pasos. Volvieron a sonar
pisadas en el salón. Abrió la puerta del salón: una larga figura,
con máscara y envuelta en un manto siniestro, permanecía quieta en el sofá.-
-¿Quién
eee..eres? -Preguntó
tiritando.
Abrió
sus brazos, dejando pasar un remolino de viento que decía fuerte mi
nombre. Sentí aquel miedo enfermizo que nunca había sentido. Cerré
la puerta del salón y regresé a mi cuarto a oscuras, blanco y
atemorizado.
Al siguiente día amanecí con las manos llenas de
sangre...
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