En
la clave del seat ruinoso
cuyas michelines del tiempo
enrojecieron,
obra de gasoil,rudo campeaba
el gótico
blasón.
Penacho de su yelmo de firestone,
la yedra
que colgaba en derredor
daba sombra al ferrari,
tenía
un corazón.
A contemplarle en la desierta plaza
nos
paramos los dos;
¿Y eseme dijo? Es el barbadillo, emblema
de
mi constante amor.
¡Ay! Es verdad lo que me dijo
entonces;
verdad que la master card la llevará en la mano...
en cualquier parte...
pero en el iphone, no.
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