Érase
una vez, en la tierra de la Esperanza, un hombre con un gran sueño:
el de ser un grandísimo héroe para su ciudad. Combatir con los
malvados ladrones que se interponían en su camino y tirarlos por un
precipicio; ya sé que suena un poco loco, pero un sueño es un
sueño, y no importa cuántos viajes, aventuras o peligros corras, si
quieres hacerlo realidad poco a poco lo conseguirás.
Su
nombre era Kevin, tenía el pelo castaño y unos potentes ojos
verdes, era alto y fuerte y su comida favorita eran los chicharrones.
Él
quería ser el héroe de su ciudad, el Don Quijote que buscaba a su
Dulcinea acompañado de su fiel acompañante de viajes, su escudero
Sancho. Pero en la vida real no todo es tan fácil como en un cuento,
y él no tenía Dulcinea y su Sancho era Sergio, que aunque es un
poco patoso, la verdad es que algo ayuda el chaval.
Un
día Kevin encontró su gran oportunidad mientras paseaba por las
bonitas calles de su gran ciudad. Cuando iba caminando escuchó que
alguien pedía ayuda desconsoladamente y él, como buen héroe que
quería llegar algún día a ser, fue a ver qué pasaba y se encontró
con una bella y muy hermosa mujer a la que estaban intentando robar
el bolso y Kevin se enamoró profundamente, sentía que había
encontrado a su amada.
Finalmente
Kevin consiguió salvar a la chica y detuvo al ladrón que había
intentado robarle el bolso a la chica.
Kevin
salió en todos los periódicos y en todas las noticias de su
localidad donde lo llamaban ''Kevin el héroe'', por fin había
cumplido su nunca imposible sueño.
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