A
LAS 12 EN PUNTO
Ya eran las doce menos cinco y aún no
había logrado encontrar aquel libro que me pidió que destruyera antes de las
doce aquel señor tan misterioso. Dijo que si no lo hacía pasaría una terrible
noche.
Cuando lo encontré detrás de ese mueble
viejo y lleno de telarañas solo me quedaba un minuto. Saqué una cerilla y le
prendí fuego, pero antes de que se convirtiera totalmente en cenizas ya eran
más de las doce.
Me atemoricé, pero luego recordé que mi
reloj estaba adelantado varios minutos. Suspiré aliviado y volví a mi casa.
(Salvador Moreno Mendoza 3ºB)
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