LO MÁS BONITO DE LA MUERTE
Hará
varios meses nos situamos en Barcelona, en una de sus avenidas
principales. Allí se encuentra una clínica hospitalaria para
enfermos terminales.
En
una de sus habitaciones, se encuentra un hombre, allí esba
ingresado desde hacía ya varios meses.
Aquel
día pasaba como otro más, sin nada que hacer, todo el día en su
cama aburrido, sin nada más que oír los lamentos de aquel lugar y
viendo la desolación y tristeza que en él habitaban.
Oyó,
como todas los días, cómo se acercaba a su habitación la enfermera
encargada de la planta. Las noticias de esta no eran una gran novedad
para él, no más que cambiar su medicamento o venir a traerle uno
nuevo.
Pero
aquel día nada era igual, la enfermera entró en la habitación
llenándola de tristeza y desolación a su paso, y se sentó en la
cama, a los pies del hombre.
Nunca
será fácil dar una noticia como aquella. Tras un rato de
conversación con el hombre, no le quedaba más remedio que
decírselo. Tras armarse de valor la enfermera cogió aire y lo soltó
con desolación:
-Julián, lo siento le queda una semana de vida. -Tras decir esto el
silencio inunda la habitación completamente.
El
rostro del hombre no decía nada, no conseguía expresar un
sentimiento, pero de pronto, se fue dibujando una inmensa sonrisa en
la cara del hombre y este chilló:
-¡Bien!
Antonia, prepárate que voy para allá!
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