Los Tres Cerditos
Érase
una vez tres cerditos que vivían con sus padres y no se querían
marchar de allí. La madre, harta de aguantar a sus hijos, decidió
echarlos de allí y quedarse sola.
Los
tres cerditos se encontraron la maleta en la puerta de la casa y esto
solo significaba una cosa: ¡Estaban sin casa!
Decidieron
que necesitaban un nuevo hogar, entonces como eran muy, muy flojos
decidieron llamar a tres albañiles. Uno decidió hacer una casa de
paja porque llevaba tres meses en la cola del paro, otro de madera,
ya que había bajado de precio y el último la decidió hacer de
ladrillo y cemento porque le había tocado un cupón que le vendió
el cuponero de la puerta del Mercadona el mes pasado.
Una vez
que las casas estaban acabadas se metieron a vivir allí, pero como
eran tan flojos se dieron cuenta de una cosita: ¿Quién limpiaría y
haría la comida y se encargaría de la casa?
Los
cerditos (tan flojos ellos) no estaban dispuestos a hacer nada de
esto, así que se pusieron a buscar una asistenta.
Como
era muy difícil encontrar una cerdita limpiadora (es como encontrar
a una interna en España, imposible) decidieron buscarla de otra
especie.
Solo encontraron un lobo un poquito flojo, pero era lo que había, así que decidieron meterlo en su casa.
Y sí, señores, en este cuento el lobo se mete a limpiar en casa de los cerditos y no hace nada malo.
Solo encontraron un lobo un poquito flojo, pero era lo que había, así que decidieron meterlo en su casa.
Y sí, señores, en este cuento el lobo se mete a limpiar en casa de los cerditos y no hace nada malo.
Los cerditos se llevan todo el día en el bar y el lobo en el sofá sentado.
(Juan
María Pantoja Calderó, 2ºA)
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