CELOS, PESADILLA, SIESTA, VIAJE Y MÚSICA
Un
día por la mañana iba andando por la calle y me tropecé con una
niña que estaba llorando de rabia porque el niño con el que
estaba se lo encontró con otra besándose y empezó a tener celos de
ella, aquel día se le hizo largo.
Por la noche, empezó a tener
pesadillas con él, le daba besos a la otra delante de ella. A la
mañana siguiente se levantó y se encontró con una nota en la mesa
de la cocina diciendo: "Cariño siento mucho que me vieras ayer
besarme con esa niña, pero se abalanzó ella sobre mí para besarme;
bueno, cariño, me tengo que ir de viaje a Londres, lo siento de
verdad”.
Después
de comer, la niña, destrozada y dolorida, se echó una siesta para ver
si se le pasaba lo que estaba ocurriendo. Al despertar escuchó una
música en el patio y salió a ver que era y resultó que era el niño con
unas rosas y una caja de bombones con una nota que ponía: “Lo
siento, te quiero”. Ella al quererlo tanto lo perdonó, con las
lágrimas saltadas, se abrazó a él diciéndole: “Te quiero
cariño, ojalá no vuelva a ocurrir esto más”. Se fueron los dos a
vivir juntos a Londres y vivieron felices para siempre.
(Vanessa
Pareja, 3ºC)
Un
día paseaba con mi amigo Eric, nos encontramos con Sonia y su novio
Manuel. Eric tenía celos de Manuel porque estaba enamorado de ella.
Nada mas verla, Eric fue hacia ella, pero yo lo detuve cogiéndole del
brazo y le dije: "no vayas, no quiero verte sufrir por ella", Eric me
contestó que esta era su pesadilla
y que nos fuéramos de allí. Yo
no me atreví a preguntarle sobre su pesadilla pero él me la contó:
Sonia se iba de viaje con Manuel y se casaban. Eric casi no podía
pronunciar las palabras y se puso a llorar, yo le consolé hasta que
paró. Le dije que se echara una siesta pero no quería volver a tener
esa pesadilla otra vez.
Al
siguiente día, fui a su casa pero no estaba, supuse que estaba en un
árbol subido llorando, preferí no molestarle. Después de varias
horas fui a
su casa otra vez y no estaba; así que yo me subí al árbol donde suele estar y allí
estaba llorando con unos prismáticos; "desde allí se puede ver su
casa" me dijo, yo le contesté que no merecía la pena llorar por ella.
Eric no me hizo caso y siguió, así que le dejé.
Pasaron
varios días hasta un día volví a ir a su casa, cuando llegué, su madre me
dijo que se puso enfermo y que estaba arriba, fui a su cuarto, pero
llegué demasiado tarde, murió por amor.
Tomás
Martel Castro
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