Pies
Está al pie del cañón, en pie de guerra, en pie de igualdad, pero no da pie con bola, se
daba cuenta de qué pie cojeaba. El hombre que no tiene ni pies ni
cabeza es capaz de poner pies en polvorosa, pero por suerte tiene los
pies en la tierra.
El hombre da pie al motivo de la comunidad y se
queja de que el vecino no pare de buscarles los tres pies al gato. Y así accede al plan del vecino, pero lo decide hacer con pies de plomo y se da cuenta de que el vecino tiene razón de pies a cabeza aunque él, de todas formas, ya está
sacando los pies del plato.
Isabel María Brenes
Barón 1ºC
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