Laura Camacho García. 1º C
Era un día cualquiera como otro,
soleado, de primavera. Tenía muchas ganas de que tocara el timbre de
salida para irme a casa. Cuando pitó, busqué a mi padre y nos
fuimos. En el coche, mi padre no paraba de reÍrse y yo le preguntaba
que de quÉ se reía. No lo decía, lo único que hacía era reÍrse
y sonreÍrme. Cuando estábamos llegando a casa, mi padre me dijo:
-Tengo una sorpresa.
Yo me puse muy nerviosa, no paré de
preguntarle que cuál era la sorpresa y yo no sabía qué hacer.
Cuando llegamos me bajé del coche muy
rápido y fui corriendo al garaje para ver si estaba allí la
sorpresa. Allí estaba mi hermana, gritando y riéndose mucho, yo no
sabía porqué. Me acerqué un poco más y me quedé asombrada.
¡Era la perrita que tanto llevaba
pidiéndole a mis padres!
Jugaba con ella y mi hermana todas las
tardes, hasta que se hacía de noche.
Yo siempre decía que de mayor sería
veterinaria, para cuando se pusiera enferma, yo la cuidaría.
Han pasado los años, Antonia tiene
diez años, tiene una enfermedad y está muy mal.
Me da mucha pena que se muera, y la
echaré mucho de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario