La cigarra y la hormiga.
En todo mundo conocido hay héroes y
villanos. Esta historia que os voy a contar sucedió hace mucho tiempo, quizás
algunos de vosotros ni siquiera habíais nacido.
En aquella época la gente tenía
muchos problemas, había muchas guerras, hambre, ladrones, en fin, mucha gente
malvada, todos hipnotizados por la cigarra.
La cigarra los seducía con su
cante, metiéndose en sus mentes y manipulando sus cerebros. Por eso había veces
que ocurrían cosas inexplicables: un hermano que asesinaba a otro, una mujer
que mataba a su marido y el que cometía el delito despertaba como si hubiera
estado en un sueño. Esta situación se volvía catastrófica, no podían seguir con
esta forma de vivir. Así que animales fabulosos, valientes, fuertes, heroicos,
venían de todo el mundo a acabar con la cigarra, pero ni siquiera llegaban a
acercarse, ya que ésta controlaba sus mentes a distancia.
Viendo que no tenía rival, la
temida cigarra, se auto-proclamó reina, apoderándose de lo poco que tenían los
habitantes del reino, sin que nadie se atreviera a decirle nada. Hasta que una
pequeña hormiga se presentó como la salvadora del pueblo. Todos los animales se
metían con ella por ser tan pequeña y querer enfrentarse a tal peligro y se
escuchaba en la plaza:
-Tú y cuántos como tú, eres delgada y débil, ¿cómo vas a
derrotarla?
-Confiad en mí, tengo una fuerza sobrehumana, golpearé con
mis patitas tan fuerte el suelo que dejaré muda a la cigarra.
Esta conversación llegó a oídos de
la cigarra, que tenía espías por todos lados y citó a la hormiga para ver si
era verdad lo que iba contando.
La hormiga cuando llegó ante la
reina, se presentó y le dijo a la cigarra que se rindiera, que solo de esta
forma no le haría daño. La cigarra se reía y rechazó la oferta de la hormiga.
Ésta dio un saltito, pero la cigarra seguía riéndose de ella. Pero cuando quiso
empezar a cantar, se dio cuenta de que se había quedado sin voz, completamente
muda, había perdido su poder para controlar a la gente, y la cigarra avergonzada huyó.
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