Por
Megan Rose Summers:
Hace
un par de semanas fui al médico. Mientras entraba, me crucé con una
madre que llevaba de la mano a su hijo. Su hijo tendría treinta y
pico años, aunque desafortunadamente no creo que superara los diez
mentalmente. Y a estos dos extraños, que yo llamaré Lola y Mario,
les dedico este relato:
Lola
no era más que la madre del “tontito”, la hija maltratada o la
mujer del huraño que murió antes de que ella empezara a odiarle.
Por
la noche, le leía a su hijo hasta que encontrara el sueño.
-Bue...nas
no...ches ma...mi, te quie...ro – dijo Mario, soltando más saliva
que palabras. Una lágrima cayó por la cara de Lola mientras salía
del cuarto. Se encendió un cigarro, uno de los pocos vicios que le
quedaba y pensó en su vida. Lloró hasta quedarse dormida. Pocas
personas entendían lo que era ser esclava del hombre.
Por
María Cabello Ureba:
Ha
sucedido otra vez, necesitas un trabajo y él también. ¿Y crees que
lo vas a conseguir? Él está preparado y tú no. Te despiertas y
tienes que llevar los niños al cole, pensar en qué poner de comer,
comer de un lado hacia otro... ¿Y ahora qué? ¿Te pones a llorar?
Serás mejor que él. Demuestra quién eres y libérate de ser mujer.
PRIMER PREMIO TERCERO DE ESO
Por Alejandro Trujillo Ramírez:
Por Alejandro Trujillo Ramírez:
Bájame
el sueldo, que seguiré trabajando para necios. Califícame “guarra”,
yo te diré todo menos guapo. Destrózame, que nunca destrozarás mi
espítitu. Yo solo quiero que sientas lo que es ser mujer.
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