EL OSO PECOSO
No recuerdo muy
bien con qué edad empecé esta historia, pero sé que siempre la recordaré.
Era un oso de
peluche que, siendo tan pequeño, me hacía feliz.
Dormía con él,
comía con él y nunca me separaba de él.
Cuando vivíamos en
El Marquesado fue el momento más especial que viví con él, pero al mudarme de
casa sabía que daba igual el lugaren el que estuviera para divertirme con el Oso Pecoso.
Al llegar a mi
nuevo destino e instalarme, seguía viviendo mi rutina con mi peluche que, más
que peluche, era mi amigo.
Después de vivir
allí durante unos años, me mudé a la casa de enfrente porque era mejor para
vivir, y de repente...¡Pecoso no estaba!
Tras buscarlo unas
cien veces, me rendí. Mi oso no volvía y yo estaba muy triste, aunque tenía once años.
Decidimos irnos a
Madrid a vivir y, aunque solo estuvillos allí nueve meses, estuvimos con nuestras
amigas de la infancia, quienes conocían como yo al Oso Pecoso.
Aquello era una
tragedia y, aunque mi mamá me decía que ya compraríamos otro en IKEA, yo sabía
que mi Oso Pecoso no volvería conmigo.
Ahora me pregunto,
¿cómo algo tan simple como un peluche de 20 centímetros era algo tan importante
para mí? La respuesta es mi ilusión.
Ya no volví a
verlo nunca más.
(Lucía Arjones, 2ºC)
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